Existe una tensión desde el momento que damos un par de pasos: se nos pasan por la cabeza todas y cada una de las cosas que nos dijeron, que nos advirtieron, las noticias que leímos, que escuchamos, las amenazas que recibimos, que vivimos. Pulso acelerado y respiración agitada, inevitablemente, hasta que llegamos.
La curiosidad es la llave. ¿Qué llave? La que abre las puertas que nosotros cerramos, las que esconden nuestro propio conocimiento.